Crónicas de Holanda: Holanda, un horizonte inventado.

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Después de haber vuelto de mis vacaciones por los países bajos, he tardado un tiempo en poder ver desde la distancia lo que mis ojos vieron en la cercanía de este país que llevaba años queriendo visitar y por fin he podido clavar en el mapa la chincheta que estaba deseando, la chincheta de Los Paises Bajos.

Holanda, un horinzonte inventado es el primero de la serie de post que voy a dedicar en este espacio que he decidido llamar:  “Crónicas de Holanda”.

A veces un viaje empieza donde otros terminan, un álbum de fotos de recuerdo es a menudo lo que acompaña al regreso sin embargo, en otras ocasiones, el camino empieza precisamente intentando dar vida a una colección de instantáneas. Holanda es un país mil veces pintado y retratado y su imagen, fijada en cuadros y fotografías, acompaña a la partida.

Cargado con ese bagaje, sentía la curiosidad de saber cómo se compaginan las bellas estampas con la nación del desarrollo económico y el régimen de tolerancia y libertades en un país que siempre parece ir por delante de los demás y realizando la proeza de vivir sobre el espacio ganado al agua. Una visita a este país permite descubrir que lo que le da sentido es su capacidad para inventar día a día su horizonte.

Una vez llegas a Holanda, se extiende ante la vista un paisaje infinito, los campos cultivables lo abarcan casi todo, creados y planificados por el hombre, estos parajes se llaman Pólders. Para crear un Pólder se construye un dique alrededor del espacio que desea ser cultivado, y seguidamente el interior se surca de canales por los que se eleva el agua sucesivamente hasta alcanzar un canal exterior, creando un paisaje de ingeniería, en ese espacio recién creado las carreteras y los canales parecen interminables por sus líneas rectas casi infinitas. Allí hablando con las personas, solían decir con cierto orgullo que cuando Dios creo el mundo se olvidó de Holanda por lo que tuvieron que hacerla ellos.

Siguiendo por el paisaje, pude contemplar los famosos molinos, los cuales han servido para diferentes usos, aunque el principal haya sido para drenar el agua desde las tierras situadas bajo el nivel del mar, hasta los ríos situados al otro lado de los diques para poder cultivar la tierra, al igual que muchos otros que tienen su característico uso de moler el grano. Su importancia es tal que existe el “Día nacional del Molino”.

A pesar de que se dice que es un país pequeño, y que se puede recorrer pronto, se olvida que a cada vuelta del camino, algo llamará nuestra atención y nos obligará a detenernos, el tiempo siempre se queda corto, pues desde las construcciones hasta una pequeña conversación siempre es digno de una buena parada, para disfrutar de su peculiar gastronomía o de sus características cervezas.

Una buena manera de recorrer Holanda es hacerlo en tren, con el que se puede llegar a todos los sitios, existen billetes válidos para todos los días, y algunos incluyen entradas para poder visitar los lugares de interés, además puedes adquirir una tarjeta que se llama OV-Chipkaart la cual cuesta 7.50€ y puedes cargarla con tu tarjeta de crédito en las cabinas especializadas para ello, para ir en tren tienes que tener un saldo mínimo de 20€, y puedes usarla en todo el sistema de transporte público.

El sistema de trasporte público en los Países bajos es en mi humilde opinión uno de los mejores del mundo, ya que aparte de interconectar todos y cada uno de los pueblos y ciudades de Holanda, está perfectamente gestionado, y es tan eficaz que muchos usuarios descartan hacer uso de sus propios vehículos, ya que el gobierno ofrece descuentos y beneficios para aquellos que se decanten por usar este medio de transporte en lugar del coche.

Aunque Holanda sea uno de los países más desarrollados del mundo, su corazón se mueve a golpe de pedal, y es que los holandeses utilizan muy frecuentemente la bicicleta, con ella puedes moverte por todas las partes de las ciudades que visites, ya que aquí existen auténticos carriles bici, y los ciclistas son las personas con más preferencia en la circulación vial de todo el país, se suele decir que hay tres bicicletas por habitante. De hecho en muchos lugares encuentras en la entrada de parques o en la misma calle bicicletas que puedes coger de manera gratuita.

Esta gran predilección por la bicicleta, es una de las cosas que los Holandeses más echan de menos cuando están fuera de su país, y esto nos lleva directamente hasta la gastronomía, una gastronomía muy particular.

Otra de las cosas que más añoran los holandeses cuando viajan lejos de sus fronteras son sus característicos dulces, entre ellos los Poffertjes que  son buñuelos de pasta batida con mantequilla que se sirven espolvoreados con azúcar, y el otro son las características Stroopwaffles, unas galletas parecidas a los gofres, que están rellenas de caramelo, se venden en puestos callejeros donde te las hacen en el momento, y con el caramelo caliente hacen que una mañana lluviosa se convierta en un día agradable. No solo los dulces tienen este sentimiento de añoranza, también su pan, al que tienen costumbre al que tienen por costumbre de incorporar cosas tan distintas como tocino, almendras, queso o cebolla.

     

Hablando de gastronomía no podemos olvidar los diferentes snacks que se sirven con las cervezas y con los que normalmente los Holandeses almuerzan, entre ellos encontramos los BItterballen, Frikandel, Kroket, las clásicas patatas fritas, pero que en Holanda parece que son espectaculares, y como no algo que si o si debes probar si visitas los países bajos, que son los Haring, un arenque crudo que se come como tentempié y que es uno de los platos favoritos de los Holandeses, compitiendo con las clásicas hamburguesas y hot-dogs.

Pero no solo de Snacks vive el Holandés, sino que también tienen en su gastronomía, repleta de patatas, verduras y pan de la que consumen grandes cantidades, no podéis iros de Holanda sin probar uno de sus mejores platos, el Rijsttafel, que tiene su origen en indonesia (antigua colonia Holandesa) y que consta de veinte o más pequeños platos de carne, pollo, y verduras con diversos grados de picante y que se acompaña de diferentes clases de arroz, y como no el plato que Eva, novia de mi amigo Hans nos preparó especialmente, el Stamppot Boerenkool, una especie de cocido elaborado con col verde y patatas, con las que se hace un puré, que se acompaña con una buena salchicha y pedazos de tocino, todo ello regado con salsa de carne, aunque es un plato típico de invierno, recomiendo probarlo encarecidamente.

Los horarios en Holanda son muy parecidos a los Europeos, pero muy alejados de los españoles, para empezar, el desayuno se hace muy temprano, y siempre es bastante fuerte, contiene café o té, además de un Broodje o bocadillo, dulces y tostadas, especialmente la que era mi preferida, y constaba de carne de ternera asada con salsa Pindakaas (salsa de cacahuete con chile). La hora del almuerzo, suele ser entre las 12:00 y las 13:00, aunque el almuerzo no es muy considerado, se suele comer alguno de los Snack que he mencionado más arriba, e incluso el herring. Para la cena que suele hacerse entre las 18:00 y las 21:00 sí que se suele comer una cena con dos platos, primero una sopa y después un plato fuerte de carne o pescado, y es aquí donde entrarían el Boerenkool y el Rijsttafel. Es muy importante recordar los horarios por que las cocinas de los restaurantes cierran y solo podréis comer en lugares como los Burguers y las típicas cadenas de comida rápida que encontráis en todas las ciudades del mundo.

Por último, como todos ya os lo imagináis, no podéis iros de los países bajos sin probar sus maravillosos quesos, hay tiendas exclusivas para este producto y en las que no encuentras ninguna otra cosa, y lo más importante, se permite probar todo cuanto quieras antes de comprar, tenéis los clásicos Edam, gouda, y Leyden, pero además hay otras muchas variedades y combinaciones.

Para pasar la tarde, no hay nada más agradable para un holandés que visitar los cafés marrones, típicos cafés de barrio, locales con solera que se distinguen por que están hechos de madera, oscurecida por el tiempo y el tabaco. Son muy típicos y algunos locales están copiando la decoración para atraer más turismo así que decidíos por uno de los de verdad, donde el tiempo parece detenerse, estos locales en Holanda son famosos por su ambiente, en ese lugar uno encuentra algo que se parece a la agradable sensación de sentirse en casa.

Este punto nos lleva al último del que hablaremos en esta parte de mis crónicas de Holanda, el carácter de la gente, los holandeses en un primer contacto pueden parecer fríos y distantes pero una vez que has entablado conversación con ellos son bastante agradables, si pueden ayudarte lo hacen sin remordimientos y su nivel de civismo y educación está muy por encima de la cultura mediterránea, les gusta un humor inteligente y nada facilón e incluso a veces suelen hacer bromas que puedes entender muy fácilmente. Por mi experiencia, cuando te presentan a alguien suelen dar la mano, incluso las mujeres, si no hablas su idioma y la conversación lo requiere, siempre hablan en inglés para que puedas ser partícipe de lo que se está comentado. Hacen gala de una gran hospitalidad.

El holandés disfruta la vida, bien sea tomando un simple cappuccino en una terraza con sus amigos o simplemente en soledad, la intimidad pasa a un segundo plano cuando ves que en sus viviendas no tienen persianas, y les encanta estar en casa mirando por la ventana como la gente hace sus vidas cotidianas. Son muy tolerantes con todo el mundo y casi nunca critican a nadie. El carácter holandés está impregnado de ese sentimiento de familiaridad que muestran nada mas haberte conocido, hasta el día que decides despedirte y volver a casa.

Con esto último doy por terminado este post, el cual espero que sea como mi viaje, y que al final cuando vayáis a Holanda más que un punto de llegada, se convierta en un punto de partida que sirva para ver las cosas de otro modo, y siempre haciéndoos participes de que hay que viajar para entender mejor como vivir.

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