Sevilla: De la catedral a los jardines de Murillo

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Hace más de un año cuando comencé con el proyecto de crear un blog de viajes al que decidí llamar Turviaje (Si este que estás leyendo ahora mismo), planee la visita a la ciudad de Sevilla. Hoy tras todos esos artículos por fin puedo decir que he visto una de las ciudades más bonitas del mundo.

Al llegar desde Holanda, en un vuelo que salió del aeropuerto de Eindhoven, pude ver Sevilla desde el aire y esa visión hizo que mi mente me recordara de las palabras de Arturo Pérez Reverte al decir: “Todo aquí es ficticio, excepto el escenario, nadie puede inventarse una ciudad como Sevilla”

Un Poco de Historia.

Sevilla, la ciudad al borde de las américas, la gran capital del comercio entre el viejo mundo y el nuevo. Sevilla fue el punto de referencia desde que se descubrió América, (más bien redescubrió porque ya había gente allí, con lo cual nadie la descubrió, más bien la encontraron)

Pero Sevilla es mucho más, los fenicios ya tenían colonias aquí, los romanos también y como no, los musulmanes fundaron allí uno de los reinos de Taifas.

Pero Sevilla siempre estará relacionada con América, Al fundar los Reyes católicos la casa de la contratación, convirtieron a la ciudad en la capital económica del Imperio Español, con lo que se convertía en una de las ciudades más importantes del mundo.

Este hecho posibilitó que Sevilla al igual que los azahares y los naranjos Sevilla floreciera a orillas del Guadalquivir, creando uno de los centros históricos más grandes del mundo, junto con el de Génova y Venecia.

Este centro histórico tiene su culmen en La Catedral Gótica de Sevilla, la más extensa del mundo.

La Catedral de Sevilla.

La catedral es a Sevilla lo que la mezquita a Córdoba, con la gran diferencia de que la catedral es una de las más extensas del mundo y la tercera más grande de los centros religiosos mundialmente hablando.

La primera visita, la visita obligada que debía de hacer era a la catedral, el centro de todo el sentimiento sevillano. Mientras el bus me acercaba al centro, trataba de imaginarme como seria esa catedral que había visto tantas veces en fotografías.

Al llegar a mi parada a lo lejos se vislumbraba la giralda, la inmensa torre que guarda la catedral y el verdadero punto de referencia que te indica hacia donde debes caminar.

Al llegar por uno de los laterales ya vas contemplando la inmensidad de la construcción y sobre todo su importancia en la ciudad, nubes de turistas se agolpan en las puertas mientras los caza-guiris (como yo los llamo) tratan de engañar a los turistas extranjeros bien sea con los coches de caballos o con las ramitas de romero, aprovechan para sonsacar el dinero a los que piensan que no se enteran.

Al entrar lo primero que te encuentras antes de pasar por la taquilla donde debes hacer cola para pagar tu entrada, es una replica del giraldillo que esta en lo mas alto de la giralda.

Siguiendo los pasos de los turistas te adentras en una sala donde las esculturas y obras pictóricas son las que prevalecen, y justo un poco más allá se empiezan a ver los motivos religiosos de lo que es una catedral cristiana.

Un túnel te sobreviene como si de la entrada a una cueva se tratase, excavado en los interiores de los muros, es la puerta de entrada a la catedral de Sevilla desde la zona de las visitas.

Esa entrada, diseñada con la intención de golpearte la mente cuando sales del pequeño túnel angosto a la magnificencia de la catedral hace que te sientas tan pequeño que incluso parece que vas a llamar a Swift, el zorro del David el gnomo para que te lleve sobre su lomo en esta casa de gigantes.

Pasear por la catedral contemplando sus muros, sus retablos y las orgullosas construcciones de los cristianos, hacen que te sientas un poco raro, es decir, para un ateo como yo estos sobre estímulos que los hombres hicieron para que los feligreses sintieran el poder de dios es sobrecogedor.

LA GIRALDA.

Antes de describir La Giralda os pongo un poco en situación. Sevilla, agosto de 2017, 38º a la sombra y por delante de mí, 35 rampas en una cavidad que aunque es amplia, se hacía estrecha al estar rodeado de más de 20 personas que iban subiendo a la torre, bonito ¿verdad?

La sensación de sufrimiento que sentí cargado con la mochila en esas circunstancias es inimaginable. Se puede decir que el tiempo que tarde en subir a esa magnífica torre fue un tiempo perdido, pero nada más lejos de la realidad. Las vistas de la ciudad desde esos 100 metros de altura son impresionantes, cada ventanal que miras ofrece pequeñas dosis de felicidad al poder contemplar la ciudad de Murillo desde su campanario.

Desde cada uno de los laterales tienes vistas de diferentes zonas de la ciudad, pues al ser la torre cuadrada, está perfectamente orientada a los puntos cardinales. Al este puedes ver la plaza de la virgen de los Reyes, al oeste se te presenta el patio de los naranjos de la catedral, en el norte contemplas la calle placentines, y al sur la reconocida plaza del triunfo.

Esa concepción de una de las torres más altas de Europa, recordando que el Big Ben tiene solo 96 metros de altura y la torre de pisa 55, da a entender un poco la importancia de Sevilla a lo largo de la historia en el mundo.

Con esta sensación de grandiosidad abandono la torre de nuevo, descendiendo a por las rampas hasta llegar a la inmensa catedral, donde busco la salida que me lleva al patio de los naranjos, el lugar en el que hallé un momento de frescura que me reconfortó antes de marcharme de este lugar para ver otro de los lugares característicos de la ciudad.

Pero no puedo dejar de mencionar que en el interior de la catedral se encuentra uno de los tesoros mas buscados por los turistas que  no es otro que la tumba de cristibal colón transportada por cuatro caballeros, permanece imperterrita en mitad de la estancia, mientras los turistas le tomamos fotos.

Los Jardines de Murillo.  

Los jardines de Murillo se sitúan junto al real alcázar de Sevilla en el barrio de Santa cruz son uno de los atractivos del casco antiguo de Sevilla, y si bien es cierto que no pertenecen a él, están bastante cerca como para que podamos dar un pequeño paseo para visitarlos.

Creados en el siglo XX fueron conocidos como los jardines de Talavera, hasta que el director del periódico, el liberal, propuso el cambio de nombre para homenajear al pintor.

Con una extensión de 8.500 mhace que pasar el resto de la mañana allí sea una de las mejores ideas que he tenido nunca, mezclándome con los claros y sombras de los árboles, siento ese frescor que en esos días de calor sevillano es tan necesario en el centro de la ciudad.

Los jardines son un espacio verde en el que te introduces en una parte de la ciudad que se agradece, al dejar atrás esos colores de las construcciones y del ruido de los coches para meterte de lleno en el canto de los pájaros, el volar de las palomas y por supuesto el murmurar de las voces de los turistas que buscaban tanto esas sombras como yo.

En este sentimiento de relax abandoné el centro de la ciudad para dirigirme a Sevilla Este, donde había colocado mi residencia temporal, en casa de Matt, un genial amigo que hacía de anfitrión ofreciéndome la hospitalidad de su casa.

Esperando con ganas poder disfrutar junto a él y su novia Isabel, de una cerveza Cruzcampo, la más fresca de la ciudad y de la que dicen no sabe igual aquí que en el resto de España. Las próximas visitas obligadas deben a ser a la plaza de España y el Parque María Luisa, pero eso os lo contaré la próxima semana.

Un  saludo y nos vemos en el camino

Pedro E. Juzgado

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