Madīnat al-Zahrā, la perla de Al-Ándalus

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A la ciudad de la luz llego como aquel que nunca estuvo, con la intención de contemplar el nuevo patrimonio mundial de la humanidad para llegar a comprender las intenciones de aquellos que decidieron edificar una de las perlas de occidente Medina Azahara, o en árabe Madīnat al-Zahrā

La Ciudad Brillante, Madīnat al-Zahrā

Como siempre antes de empezar os pongo un poco de historia y curiosidades de la ciudad para adentrarnos un poco en ella, en su historia y el porqué de esta increíble construcción.

Medina Azahara, es la traducción que nosotros le hemos dado a su nombre en árabe, o más bien la castellanización del vocablo Madīnat al-Zahrā, que significa  la ciudad brillante, o la ciudad de la luz, en mi humilde opinión creo que es porque los blancos de los mármoles resplandecían a la luz del sol de Sierra Morena.

Madīnat al-Zahrā había sido construida por Abderramán III como símbolo de su poder, según puede aprender en al museo, para que un califa fuera considerado como tal debía de fundar una ciudad, algo único que despertara la envidia de los otros califas con los que competía y con el que además, demostrara el poder que poseía.

foto obtenida de abc

Todo ello se lleva a cabo en la ciudad de Madīnat al-Zahrā, construida sobre una base de piedra arenisca que se extraía de canteras cercanas a Córdoba, poseía unos símbolos de riqueza que podían hacer sombra a cualquier otra ciudad de la época.

Mármoles de blancos traídos desde Portugal, alabastros, cerámica verde, capiteles extremadamente labrados con motivos vegetales, recintos ajardinados, y edificios grandiosos que completan un lugar majestuosos del que según cuentan las leyendas todo el mundo hablaba.

Foto extraída del diario de Cadiz

Una de las ciudades más altamente fastuosas de antaño, un símbolo de la ambición de los hombres por mostrar el poder tanto a amigos como a enemigos, un perla enclavada en Sierra Morena, eso es lo que fue Madīnat al-Zahrā, eso fue lo que represento durante los apenas 80 años que estuvo en activo.

Visitar Madīnat al-Zahrā

Para visitar la ciudad brillante, es necesario tener en cuenta unas consideraciones previas, la ciudad se encuentra a unos 7 km de Córdoba, hecho que fue considerado por los califas como la creación de una ciudad nueva, destina a ser la ciudad de la corte, la ciudad donde residiría todo el sistema que gobernaría Al-Ándalus.

Por esa razón su situación era perfecta, enclavada al pie de la sierra, junto al rio, proxima al castillo de Almodóvar del Rio y cercana a la ciudad de Córdoba principal capital del reino hasta la fundación de Madīnat al-Zahrā.

  • Llegada al museo de Madīnat al-Zahrā

Cuando llegas desde la capital por la carretera de palma del rio, las indicaciones para Madīnat al-Zahrā son bastante buenas, dado que recientemente ha sido declarada patrimonio mundial de la Humanidad eso es un punto a favor.

Después de conducir unos 500m por una carretera llegas al museo, en donde se hace imprescindible comenzar la visita, de modo que puedas hacerte una idea de cómo era la ciudad.

Muchos pueden pensar que lo primero que debes ver es el video de presentación, para que podáis verlo antes de ir os dejo el enlace de aquí.

Pero para mí lo más importante fue conocer cómo era la ciudad viendo sus artesanías sus materiales y las demás reliquias que sobrevivieron a los continuos expolios y saqueos a los que la ciudad fue sometida tras la guerra civil.

El museo es un complejo de varias plantas bien diferenciadas, la entrada es gratuita para los ciudadanos de la UE, pero para los no comunitarios el precio es de 1.50€. En el museo podemos encontrar diversos útiles de la época, desde espadas a monedas, herramientas empleadas en las diferentes etapas de la construcción, vasijas y los famosos capiteles de avispero que he de decirlo son impresionantes.

La visita hace que aprecies un mero ápice de lo que la ciudad en si significaba, y de lo que pretendía ser para que quienes la visitaran recibieran ese impacto que al regresar a sus lugares de origen contarían a todos aquellos que los escuchasen dejándolos ensimismados y maravillados por tal magnitud de la ciudad.

Después de haber visto estas pequeñas maravillas, es momento de ir al salón de proyecciones, en donde puedes ver el video, si no has picado en el enlace no te preocupes te lo dejo aquí para que puedas verlo desde el blog

Todo el ritual que se hacía para que el califa recibiera esa visita es algo que sencillamente impresionaba al visitante.

  • Como llegar a Madīnat al-Zahrā

Subir hasta el conjunto arquitectónico de Madīnat al-Zahrā se puede hacer de varias formas, o andando en un trayecto que es de unos 2KM más o menos, o en cualquier otro medio.

Mi consejo es que, si vais en verano (una locura como hice yo) toméis el bus que sale desde la misma puerta del museo ya por solo 2.50€ puede llevarte hasta el conjunto arqueológico.

En invierno lo mismo podéis subir dando un paseo de 2KM que tampoco es tanto y así lo mismo podéis parar e ir contemplando el paisaje de subida hasta la sierra, que no esta tan mal.

Todo esto es llevando vuestro propio coche claro, ya que desde la ciudad de Córdoba se pueden contratar subidas a la sierra en autobuses con guías por un precio de alrededor de 22€ cosa que tampoco me parece excesivamente cara, ya que así tienes todo lo que necesitas para comprender por completo Madīnat al-Zahrā

  • El conjunto arqueológico de Madīnat al-Zahrā

Una vez llegas has de saber que te encuentras en la parte más alta de la perla de Al-Ándalus, es el lugar en el que puedes contemplar todo el complejo desde una posición superior, tal vez es el lugar desde que el califa contemplaba las obras que se iban llevando a cabo, para así comprender lo que estaba haciendo.

Desde ese lugar privilegiado es cuando comienzas a hacerte una idea de cómo fue este maravillosa ciudad palatina de Madīnat al-Zahrā

Es en ese momento cuando comienzas a sentirte pequeño, mientras contemplas todo lo que fueron capaces de hacer aquellos hombres en ese paraje, al que debías de ir exclusivamente, no era un lugar de paso, era un lugar de visita.

Por fin llegó el momento de visitar Madīnat al-Zahrā

Después de todo lo que os he contado anteriormente me dispongo a visitar la ciudad palatina de Madīnat al-Zahrā, la perla de Al-Ándalus, la ciudad que trajo al mundo mitos y leyendas donde el califa era considerado entre los emisarios de otros reinos como un símbolo de Dios en la tierra.

Entre rituales y parafernalia, riquezas y demostración de poder el califa recreaba la ciudad palatina a su antojo, de tal modo que los que decidían visitarlo, bien sea para entablar alianzas con él o para negociar tratados de paz se veían abrumados por todo lo que los rodeaba

Hoy ya no queda nada de ese esplendor, tan solo te enfrentas a las ruinas de lo que una vez fue, habiendo sido expoliada, saqueada y reciclada, Madīnat al-Zahrā  tan solo es ahora un recuerdo en las memorias de Córdoba.

Desde lo más alto de la ciudad contemplo con asombro lo que una vez fue, lo que queda en pie de esa ciudad que asombro al mudo, lo que se conseguido desenterrar del pasado, y comprendo en mi mente lo que aquellos que visitaban la ciudad podrían sentir.

Mis pasos me conducen hacia el distrito administrativo, quiero seguir los pasos que hacían esos visitantes que llegaban a la ciudad para poder hablar con el califa, bajando las rampas que me introducen en la ciudad.

Paseo por sus calles, destruidas por el tiempo, mientras contemplo aquellas estancia ricas antaño y derrumbadas hoy, mientras ese halo mágico cubre mis ojos sé que estoy en un lugar al que la memoria regresa a cada instante, un lugar que inspiró mitos y leyendas.

Ante mí se abre un espacio, al girarme contemplo estupefacto la casa militar, uno de los vestigios que sigue en pie, majestuosa y enorme con sus tres puertas recibiendo a turistas que la contemplan ahora con el mismo asombro de antaño.

Traspaso las puertas y me mantengo en silencio, mirando esa maravilla e intentando escuchar sonidos del pasado, un pasado que aunque pasen los años sigue perteneciendo a Madīnat al-Zahrā.

Me marcho, dejando atrás ese lugar mientras mis pasos me guían de nuevo por las calles, caminado hacia el gran pórtico, atravesándolo sin mirar atrás, no quiero verlo desde tan cerca, me alejo lo suficiente y dándome la vuelta observo maravillado como un niño esa gigantesca construcción que debió dejar ensimismados a todos los que llegaban a la ciudad.

Detenido un buen rato contemplo como los turistas se hacen fotos, no son viajeros no observan ni escuchan los sonidos del tiempo, tan solo pasan desapercibidos ante la historia del lugar, se ríen se hacen fotos como si estuvieran en las fiestas de su pueblo, mientras yo, al sol inmóvil contemplo la escena, esperando a que terminen para intentar dibujar con mi mente los rincones de esa entrada.

Paso por los laterales me dirijo a una de las zonas por las que puedo seguir contemplando lugares del conjunto arqueológico de Madīnat al-Zahrā, y llego a uno de los puntos en los que puedo ver la mezquita de Aljama, un lugar que tuvo que ser único pero del cual solo quedan ruinas, aún resuena en el valle la llamada a la oración, aún se recuerda el esplendor del edificio.

Me siento un poco limitado, coartado en mi libertad, hay muchos lugares cerrados que no puedo visitar, el calor va haciendo mella en mí, y las cuerdas que me prohíben el paso a veces son un poco molestas, pero lo comprendo.

Sigo mi camino y atravieso las caballerizas, paseo un poco más por las callejuelas impregnadas de historia marcada en la arenisca, cuando sin quererlo descubro el pórtico, la puerta de la casa de Yafar el eunuco, el que controlaba todo el imperio de Al-Ándalus desde Madīnat al-Zahrā.

Dentro de la pequeña estancia contemplo los blancos frescos que cubrían la puerta, pienso que un personaje de esas características tenía el poder de decidir muchas cosas, pero sin embargo, jugaba con el califato al son que le marcaba el califa, y como recompensa por su lealtad tenia uno de los lugares más enigmáticos de toda la ciudad.

Desde allí bajo un poco más cruzando los límites que me han sido impuestos, quiero ver más quiero introducirme en un mundo diferente, y en ese momento en el que mis pasos avanzan hacia los jardines, para ver el salón rico, el salón de Abderramán III, el lugar al que el visitante venia después de la gran caminata.

Y ante mi contemplo el lugar donde él se sentaba, entre almohadones con toda su corte al lado, donde sus amigos y enemigos le rendían pleitesía. La verdad que el lugar es espectacular, con ese juego de columnas, de luces y sombras debía de ser una imagen imponente cuando estaba en su apogeo.

Llega el momento de partir, me alejo por las calles hacia la parte más alta, mientras camino hacia la salida, en busca del bus de vuelta, pienso en el lugar en la magia y la paz que se respira, en la elección del entorno, e intento sin conseguirlo hacerme una imagen mental de cómo fue la ciudad, ahora es imposible, solo una mente como la del califa fue capaz de imaginar tan enigmática ciudad.

Me monto en el bus y me alejo por el camino de vuelta, ahora Madīnat al-Zahrā es parte de mí, y yo sin quererlo dejo una parte de mi aquí en la Perla de Al-Ándalus, un recuerdo que siempre me acompañará.

Un Saludo y nos vemos en el camino

Pedro E. Juzgado.

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